La
primera tarea de este tercer bloque plantea que realicemos un ejercicio de
reflexión sobre el impacto de nuestras actuaciones en la vida de nuestro
alumnado.
Tras
la lectura de los dos artículos propuestos: “Una escuela para Juan” (Arbea y
Tamarit, 1999) y “Modelos Educativos para una vida de calidad” (Tamarit, 2005),
quiero destacar algunas ideas que recogen ambos artículos sobre el autismo:
- La
educación de personas con autismo ha de centrarse en la persona. Toda persona
puede progresar si se le ofrece el apoyo adecuado.
- Los
niños autistas tienen una necesidad de apoyo generalizado en casi todas las
áreas relevantes para el desarrollo de cualquier persona: autodirección,
comunicación, habilidades de relación interpersonal, salud y seguridad, cuidado
propio, ocio, contenidos escolares funcionales, vida en el hogar, uso de la
comunidad.
- El
día a día de cada persona con autismo y su familia nos exige una comprensión
humana especial, una empatía esencial, una calidad y una calidez totales en la relación
entre ellos y los proveedores de apoyo, quienes no deben ser solo excelentes
técnicos sino también excelentes personas desde la ética y la empatía.
- La
formación de las familias es importantísima tanto para poder participar en la
toma de decisiones que afecten a la escolarización de sus hijos, como para colaborar
en su proceso educativo y en los órganos institucionales donde está prevista su
participación.
- Es
fundamental un servicio de orientación familiar que vaya desde el apoyo psicológico
hasta la información continua sobre la actuación educativa a seguir con su hijo
o su hija.
A raíz de esta última
idea de la necesidad de recibir apoyo psicológico las familias, me he planteado
la siguiente pregunta ¿cómo se siente un padre o una madre cuando le dicen que
su hijo/a es autista?
Es
evidente que la llegada del diagnóstico supone un golpe emocional para los
padres de un niño autista. El proceso de duelo es diferente en cada familia y
es un proceso complejo y de una duración indeterminada, cosa que no ayuda nada.
Para llegar a la fase de aceptación, previamente han pasado por otras cuatro
fases del proceso (negación, rebelión, culpa, depresión y aceptación).
Una
vez reconocida y aceptada la realidad de su hijo, pasan por otro proceso
diferente que es comprender el autismo en sí mismo pero ya de manera serena. El
dolor no desaparece, persiste pero tienen que intentar entender a su hijo para
poder ayudarlo. Necesitan conocer sus carencias para poder potenciar sus
capacidades.
Si
en el ámbito familiar no hay una estabilidad emocional, es muy difícil adecuar
la intervención para que haya avances ya que, en estos casos, el trabajo en
equipo es fundamental.
El
docente debe saber sobrellevar estas situaciones y empatizar muchísimo con las
familias. Al mismo tiempo, debe responder a las necesidades educativas del
alumno autista teniendo en cuenta su situación familiar.
Para
finalizar, quiero compartir el enlace de este manual para ayudar a las familias
a obtener la información necesaria tras un diagnóstico de autismo.